“El
Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”, frase que se hizo muy conocida
en nuestro país gracias al prominente investigador, naturalista, geógrafo,
explorador, escritor y catedrático italiano Antonio Raimondi, mientras radicaba
en el Perú.
Nuestro
país es el orgullo de muchos de nosotros debido a la inmensa riqueza natural
que nos rodea pero que lamentablemente es testigo de un gran paradigma, “ricos
pero pobres a la vez”, abundancia de recursos pero desperdiciados por nuestras
propias manos.
Vivimos
en una sociedad que disfruta del día a día, que maneja su vida aceleradamente,
y es que en verdad, nos hemos convertido en seres demasiado egoístas y ciegos
al no ver que nuestra preocupación por nosotros mismos, por nuestra calidad de
vida económica principalmente, afecta en gran medida a “nuestro hogar”, “nuestra
tierra”.
Siempre decimos: los niños son el futuro del país, pero qué hacemos por
asegurarles un mejor futuro en una mejor tierra?. La responsabilidad es de
todos en el presente.
Lambayeque
no es una región ajena a toda esta problemática y también estamos inmersos en
el grupo de personas que ignoramos o mejor dicho “evadimos” los temas de
conciencia ambiental, preservación y cuidado de nuestra naturaleza.
Frente
a ello, la propuesta de mi compañera, gira en torno a desarrollar prácticas
lúdicas y cotidianas con niños entre 5 y 12 años de edad, tomando como
referencia el proyecto Kawasay del Instituto Superior Pedagógico Pukllasunchis.
Sin embargo, creo firmemente que los principales actores en la vida de los más
pequeños de la casa son los padres de familia, que además de eso, son quienes
los guían a través de su desarrollo personal y social. Es por tal razón, que mi
propuesta va por el lado de sumar protagonistas a este cambio y desarrollo.
Los niños son parte
fundamental para la preservación de esta conciencia medioambiental, pero es
también de suma importancia, la interrelación de padres-hijos en este proyecto
para fortificar las bases de nuestro desarrollo en conjunto.
De
tal manera, los padres de familia mantienen un constante acercamiento con la
naturaleza y sus beneficios formando parte de esta cadena que consecutivamente
debe ir en aumento. Desde el despertar el interés en ellos tomando como cómplices
a los niños y niñas, fortificar su identificación y compromiso mediante la
evaluación de sus conductas, adquirir como suya la responsabilidad del cuidado medioambiental
hasta la realización y ejecución de prácticas ecológicas que pueden ser
trasladadas de la institución educativa a sus propios hogares, teniendo ya como
base, los conceptos de una adecuada cultura verde, cuidados y preservación de
la mano con sus propios hijos.
Teniendo como
consecuencia un doble resultado: el despertar de una cultura medioambiental
efectiva y la fortificación de lazos comunicacionales en torno al mismo tema
dentro de un ambiente familiar asegurando de tal manera la divulgación positiva
de lo aprendido y la puesta en práctica dentro dichos ámbitos.
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